Francisco Xavier Mayr frecuentaba el mercado para comprar y vender los animales. Bajo estas circunstancias, el adolescente desarrolla un agudo sentido crítico y comienza a observar la piel, la dentadura, la lengua de todos los animales; esta capacidad de observación lo transforma, a pesar de su corta edad, en un experimentado conocedor de animales.
Más tarde cursa la escuela secundaria en la ciudad de Graz y, aunque se enferma de tuberculosis como su padre, logra terminar sus estudios. En esta misma ciudad, ya curado, estudia medicina y en calidad de practicante, trabaja en el centro de curas en Gräfenberg teniendo como tarea la de masajear los abdómenes de los pacientes con diversas enfermedades intestinales entre las cuales la más común era la constipación crónica. Esta práctica lo lleva a Mayr a buscar una respuesta más científica acerca de los abdómenes enfermos. Ante esta necesidad después de largas y meticulosas observaciones y mediciones, Mayr desarrolla un diagnóstico que ulteriormente llevará su nombre.
Una vez obtenido el título de médico, vuelve un tiempo a Gräfenberg, al sanatorio de St Radegund, importante centro de enfermedades intestinales y, después, trabaja en diversos sitios como Johanisbrum, Troppan, Schlesien. A partir de 1906 en Karlsbad, por entonces considerada la Meca de las enfermedades digestivas, desarrolla sus experimentos más contundentes en el área de la investigación.