Testimonio Liliana

Llegué a consulta con la doctora Mirenda por un caso de fibromialgia.  Muchos dolores al levantarme, en las piernas especialmente.  Después del primer encuentro con Cecilia pude darme cuenta de cuantos otros síntomas tenía, pero no podía asociarlos con la temática alimentaria. Siempre fui cuidadosa con mi alimentación y mi actividad física.  Sin embargo, no todo funcionaba tan bien en mi organismo.

Dormía poco y mal.  Las 3 de la mañana era el horario que me despertaba casi a diario.

Respiraba con esfuerzo, ronquidos, rinitis a repetición y contracturas cervicales que formaban parte de mi vida justificando con mis horas frente a la computadora, el auto o trabajando en el consultorio.  Soy Psicóloga, Docente Universitaria y paso muchas horas semanales sentada. La visión borrosa era otro de los síntomas asociados sin saberlo y el cambio de humor.  Siempre fui una persona proactiva, alegre y positiva.  En el último año me encontraba bastante enojada, sin ánimo ni entusiasmo, eso me preocupaba bastante.

Conocer a Cecilia, su tranquila y armoniosa manera de explicar lo importante de la purificación intestinal y del cambio alimentario, me animaron a iniciar el tratamiento.

Ya a la semana me sentía mejor.  Me daba cuenta de pequeños cambios hacían que mis días fueran más equilibrados. Al mes podría decir que ya era otra persona.  Veía perfecto, no sentía molestias en mis cervicales y la alimentación había comenzado a dar frutos. Comenzaba a bajar de peso sintiéndome cada día mejor. Deje de roncar por las noches, dormía 6 /7 horas sin despertarme y amanecía descansada. Podía jugar de nuevo con mis nietos en el piso y levantarme sin dificultad.

Ya pasaron un poco más de 6 meses.  Mis hábitos cambiaron y puedo decir que, más que un cambio de alimentación fue un cambio de filosofía de vida. La manera de pensar cambió. La mirada de las cosas cambió.  Mi alimentación y la de mi familia lentamente con perseverancia y confianza en la propuesta de Cecilia fueron cambiando y todos van notando cambios positivos.

Realmente este tratamiento se puede hacer sin esfuerzo.  Es cuestión de poner a la salud en primer lugar, aprender a comer lo necesario, disfrutando de los alimentos y del tiempo de las comidas.  Lo demás se va incorporando como hábito y calidad de vida sin darse demasiada cuenta.  Vale el cambio. Gracias Dra.

Liliana, 66 años, de Luján, Buenos Aires